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ARTÍCULOS

Todo ayuda para bien

Como jóvenes hemos podido oír en más de una ocasión, el versículo que se encuentra en Romanos 8:28, que dice: “a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien.” Y aunque este versículo continúa, temo que la mayor parte del tiempo nos quedamos solo con estas primeras trece palabras y no indagamos con más profundidad en los versículos que continúan. Leer un versículo de la biblia fuera de su contexto es un peligro, ya que, al hacer esto, podemos llevar la palabra a una esfera más emocional que sale del propósito final y no logra en nosotros el impacto por el cual Dios lo dispuso. No debemos olvidar que el centro del plan de Dios es él mismo y no nosotros.


Cuando hablamos de que todas las cosas nos ayudan a bien, no es solo para darnos cuenta de que todo está bajo la soberanía de Dios, y que al final de la tormenta vendrá un arcoíris lleno de bendiciones materiales. Sino que las dificultades tienen un propósito eterno que es acercarnos y moldearnos más a la imagen de Cristo. Es decir, si analizamos las historias de grandes hombres de la biblia, nos podemos dar cuenta que sus vidas estuvieron llenas de sufrimiento, prueba, necesidad y persecución, pero hubo algo en común en sus vidas, y era que su anhelo estaba en glorificar el nombre de Cristo. Y aunque muchos de ellos murieron siendo asediados por la aflicción, sus miradas siempre estuvieron puestas en la eternidad. Porque jóvenes, no olvidemos que no estamos llamados a vivir vidas plenas y abundantes en cosas materiales, sino a ser llenos de la presencia del Espíritu Santo y anhelar la eternidad junto a quien dio su vida para salvarnos de la muerte. Esto no quiere decir que la abundancia material esté mal o que la pobreza sea un castigo, sino que Dios en su soberanía y poder tiene la autoridad de hacer las cosas como él quiera y siempre la gloria será de él y para él. No olvidemos que debemos honrar a Dios con todo lo que somos y tenemos.


Si seguimos analizando los versículos que siguen nos podemos dar cuenta que este pasaje tan conocido tiene una condicionante, es decir, es solo para un grupo determinado de personas, para aquellos que han sido “llamados”. Dios en su plan perfecto escogió a sus hijos, quienes le conocerían, amarían y servirían. Esto quiere decir, que las pruebas moldean la vida de los hijos de Dios.


Otro aspecto importante, es que, Dios nos dice que no solo las pruebas obran para bien, sino que nada nos podrá separar de Dios y de su amor. Que quiere decir esto, como personas es normal que cuando pecamos, fallamos y/o nos equivocamos, tendemos a actuar igual que Adán y Eva, nos escondemos de Dios por vergüenza producto de nuestro pecado, ya que, nos inunda la duda y el miedo de ser apartados de Dios. Por eso, debemos recordar su palabra, porque NADA nos separará del amor de Cristo (Romanos 8:38-39). Su amor sobrepasa todo entendimiento, toda obra de satanás y los deseos pecaminosos de nuestra carne. Así que, cuando tengas vergüenza y miedo de apartarte de Dios, vuelve a su presencia, pide perdón y no dudes del poder de Dios. Él es quien nos santifica día a día, aun en medio de nuestro pecado, como un buen padre nos corrige e instruye en su palabra, con el fin de ser santificados y moldeados conforme a su carácter.


La salvación es un regalo inmerecido, no hay nada que nos haga merecedores del sacrificio de Jesucristo. Por lo tanto, no hay nada en nosotros que pueda revocar la deuda que Dios ya pagó en la cruz y aunque mientras estemos en este cuerpo corrupto e imperfecto seremos probados, no olvidemos que estamos siendo moldeados igual que una vasija en las manos del alfarero, y tenemos la certeza que Dios está haciendo una obra en nuestra vidas. Él nos trata con amor, nos cuida y guía para ser cada día más como Cristo.

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