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El nuevo pacto

“Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo.” Jeremías 31:33


Anteriormente vimos como Dios desde la eternidad había elaborado un plan perfecto de redención para la humanidad que le había fallado a Dios. No es que Dios hubiera fallado, es la humanidad que le falló a Dios, pues siendo corrompidos radicalmente por el pecado en Eden, perdieron la capacidad para buscar a Dios (Ro. 3:10-12), y siguieron los deseos del pecado que quedó inscrito en el corazón.


Es importante comprender que lo nuevo procede de lo antiguo, el nuevo pacto no es algo que aparece de la nada, sino que tiene estrecha relación con los pactos que le precedieron, y tiene las mismas bases y las mismas características que el antiguo. y para comprender de mejor manera el nuevo pacto, debemos recordar como fue establecido el antiguo pacto en Éxodo 24.


Kistemaker nos muestra algunas características importantes de este pacto, las cuales son: “el pacto que Dios hizo con su pueblo tenía dos partes, Dios y los israelitas hicieron un compromiso solemne sobre la base del contenido del Libro del Pacto (Ex. 24:3), este pacto fue sellado con la muerte de animales que fueron ofrecidos a Dios, la sangre de estos animales fue rociada sobre el altar (Ex.24:5-6), el pacto fue ratificado por el pueblo que prometió obediencia (Ex. 24:7).” (1)


Dios estableció un pacto perfecto y bueno con Israel en el Sinaí, con Moisés como mediador, pero al igual que en Edén, el pueblo volvió a fallar, pues aunque en el antiguo pacto o antiguo testamento, según R.C Sproul, “la salvación es la misma que en el nuevo pacto..el Espíritu Santo operaba en las personas… Él regenera…la justificación era por fe…los pecados de las personas eran perdonados…” (2) existía un gran problema, y ese gran problema radica en el corazón del hombre y la mujer.


El antiguo pacto no logró cambiar el corazón, que es donde mora el pecado en nosotros, y si bien “tenian perdón de pecados…y era simbolizado y tipificado en las fiestas, en el sistema de sacrificios, y especialmente en el día de la expiación” (2), Hebreos 9:9 dice que “...no pueden hacer perfecto, en cuanto a la conciencia, al que practica ese culto”, es decir, “los pecados cometidos contra Dios no podían ser borrados de la conciencia, la sangre de animales santificaba, pero solo externamente, pero internamente el hombre luchaba con la culpa” (1) y el pecado escrito en su corazón. Pero, todo el sistema de sacrificios y todo lo que reflejado en el antiguo pacto sólo era la sombra de algo mejor, todo apuntaba a un sacrificio que sería perfecto, el del nuestro Salvador.

Es por esa razón que era necesario que el antiguo pacto fuera reemplazado, y así como Moisés fue el mediador del antiguo pacto, ahora Cristo sería el mediador de este nuevo pacto, y Él garantiza la promesa de salvación hecha en el pacto de redención. En el antiguo pacto el dedo de Dios escribió la ley en tablas de piedras.


Ahora, en el nuevo pacto, tal como fue prometido en Jeremías 31:33, Dios pone sus leyes en las mentes y las escribe en los corazones de su pueblo redimido, de modo tal que ahora ellos conocen a Dios, experimentan la remisión del pecado, y disfrutan de la comunión del pacto con Él. Solo el dedo de Dios que escribió en las tablas de piedra podía escribir la ley en nuestros corazones.


Este nuevo pacto, al igual que el antiguo, se sella con sangre, pues la palabra pacto implica que existe pecado, y sin derramamiento de sangre no hay remisión de pecado. Este pecado “sólo puede quitarse por una muerte, es decir, por la muerte sustitutiva de un animal cuya sangre es derramada en lugar de la del pecador”. (1) Veamos la similitud que hay entre el sello del antiguo y nuevo pacto, el primero inaugurado en el Sinaí, el segundo inaugurado en la Pascua, en la cena de Jesús con sus discípulos:


“He aquí la sangre del pacto que Jehová ha hecho con vosotros sobre todas estas cosas”

Éxodo 24:8

“Porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados.”

Mateo 26:28

El derramamiento de la sangre preciosa de Jesús en la cruz lo llevó a la muerte, y esto a la remisión de pecado de nuestros pecados. El nuevo pacto, instituido por Cristo la noche antes de su muerte, está sellado por su sangre derramada sobre la cruz del Calvario para la remisión de nuestros pecados.


Querido joven y señorita, este nuevo pacto no solo es nuevo, es mejor, pues hoy por la Gracia de Dios, podemos disfrutar de la remisión de pecados solo por la fe en Jesús, podemos sentir paz en nuestras conciencias al sentirnos perdonados por Dios, hoy el Espíritu Santo nos impulsa a buscar a Dios y obedecerle. Dios nos ha dado Su ley en nuestros corazones para amarle y adorarle, para que toda la gloria sea para Dios.


Este nuevo pacto ha sido establecido contigo, que crees en Jesús con todo tú corazón, por lo cual hoy debemos tener un corazón agradecido, pues por Gracia hemos sido salvados, debemos rendir nuestras vidas en adoración y alabar al que vive y reina para siempre.

 
[1] Simón J. Kistemaker - Comentario al nuevo testamento, Hebreos - Editorial Libros Desafíos. [2] R.C. Sproul – Las promesas de Dios - Editorial Faro de Gracia.
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