top of page

ARTÍCULOS

¿Cuánto valgo?

El mundo siempre busca validación mediante cosas externas. Lo que tienes, dónde vives, cómo vives, lo que vistes, lo que has logrado, tus metas y lo que te rodea. Siempre hay algo que nos apunta o juzga por algo, desde lo que somos hasta el cómo nos comportamos. No es difícil ver que esto a veces no se limita solo al contexto del mundo, pues dentro de la iglesia también nos podemos sentir apuntados. Por cómo vestimos, por cómo nos comportamos y hasta a veces nos pueden mirar diferente pues la gente suele utilizar un medidor de “santidad” y pueden mirarnos de otra forma, no sopesando realmente el cómo deben tratarnos o cómo deben valorarse. Esto último empeora cuando conocen algún pecado personal, o situación para juzgarnos con mayor crudeza.


Sin embargo, según la Biblia y la enseñanza cristiana, cada persona tiene un valor intrínseco y único porque ha sido creada a imagen y semejanza de Dios (Génesis 1:27). Esto significa que cada individuo tiene dignidad y significado inherentes, independientemente de su condición, origen o circunstancias.

El valor de una persona no se basa en su riqueza, estatus social, logros o apariencia física, sino en su identidad como creación divina. La Biblia enseña que Dios ama a cada persona y que su deseo es que todos vivan en comunión con Él y entre ellos, mostrando amor, compasión y justicia.

Jesucristo también enseñó sobre el valor de cada individuo, demostrando compasión hacia los marginados, enfermos y pecadores, y enseñando que el mayor mandamiento es amar a Dios sobre todas las cosas y amar al prójimo como a uno mismo (Mateo 22:37-39). Este amor hacia Dios y hacia los demás refleja el valor que Dios atribuye a cada persona.


En cuanto a cómo tratar a las personas, la Biblia y los principios cristianos nos llevan a seguir un conjunto de valores y enseñanzas que promueven el amor, la compasión, la justicia y el respeto hacia los demás. La Biblia ofrece una guía sólida sobre cómo deberíamos interactuar y relacionarnos con nuestros semejantes, basada en el amor de Dios y el ejemplo de Jesucristo.

Amor al prójimo: Uno de los mandamientos más importantes en la Biblia es amar al prójimo como a uno mismo. Jesucristo enseñó que este amor debe extenderse incluso a los enemigos. Mateo 22:39 declara: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo". Este principio fundamental implica tratar a los demás con bondad, compasión y empatía, reconociendo su dignidad como seres creados a imagen de Dios.

Respeto y dignidad: respetar la dignidad y el valor de cada persona. Esto implica tratar a los demás con cortesía, consideración y humildad. Filipenses 2:3-4 insta a "hacer nada por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo. No mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros". Este enfoque nos llama a poner las necesidades y el bienestar de los demás por encima de los nuestros.

Perdón y misericordia: perdonar a aquellos que nos han hecho daño y a mostrar misericordia hacia los demás, así como Dios nos ha perdonado. Efesios 4:32 nos exhorta: "Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo". Practicar el perdón y la misericordia nos ayuda a sanar relaciones y promueve la reconciliación y la paz.

Justicia y equidad: La justicia es un valor central en la enseñanza bíblica. Dios nos llama a actuar con justicia y equidad en todas nuestras interacciones con los demás. Miqueas 6:8 resume este principio: "Él te ha declarado, oh hombre, lo que es bueno, y qué es lo que demanda Jehová de ti: solamente que practiques la justicia, ames con misericordia, y humildemente andes con tu Dios".


Finalmente, tratar a las personas según la Biblia y bajo la mirada de Dios implica amar al prójimo, respetar su dignidad, practicar el perdón y la misericordia, y buscar la justicia y la equidad en todas nuestras relaciones y acciones. Estos valores fundamentales nos guían hacia una vida de compasión, integridad y respeto mutuo, reflejando el amor y la gracia de Dios hacia todos sus hijos. Todo lo anterior se simplifica cuando conocemos el valor que tenemos como hijos de Dios por sobre lo que los demás puedan decir de nosotros. Sin embargo, saber esto no implica que siempre haremos lo correcto, pues como hombres pecadores volveremos a equivocarnos, pero si sabemos pedir perdón y hacer las cosas de forma correcta, el error nos llevará a cuidar el trato hacia nuestro prójimo.

45 visualizaciones

Entradas relacionadas

Ver todo
bottom of page