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ARTÍCULOS

La Santidad de Dios

Y el uno al otro daba voces, diciendo: “Santo, Santo, Santo es el SEÑOR de los ejércitos; toda la tierra está llena de Su gloria.


Isaías 6:3


En la actualidad solemos desconocer mucho de los atributos divinos del SEÑOR, pero hay un atributo en particular que solemos olvidar más que los otros, y es la Santidad de Dios. Cuando pensamos en Dios, lo primero que viene a nuestra mente es Su amor y Su misericordia, la mayoría hablamos que Dios es amor, pero es raro hablar que Dios es santo y que demanda de nosotros santidad. En este artículo nos centramos en comprender la Santidad de Dios.


A largo de las Escrituras podemos ver reflejado el carácter Santo de Dios, en Isaías 6:3 las Escrituras dicen que Dios es santo, santo, santo. Dios es tres veces santo, es decir, intensamente santo, porque la triple repetición tiene la fuerza de un superlativo, (1) y lo curioso es que es el único atributo divino que se expresa de esa forma. En la Biblia podemos encontrar muchos de los atributos de Dios, su amor, su bondad, su justicia, pero ninguno de ellos se expresa como la santidad de Dios.


En la Biblia, la palabra santo tiene dos significados distintos. En primer lugar, se refiere a Su grandeza y Su trascendencia, es decir, Su majestad, y en segundo lugar, a Su pureza y su justicia santa, Su excelencia moral y ética. (2) Por lo que, cuando hablamos de la santidad de Dios, podemos decir que es más que solo un atributo de Dios, sino que se refiere a su naturaleza esencial, es el fundamento de Su carácter.


Sobre el primer significado, en el Hebreo, la palabra “santo” deviene de una raíz que significa “separación”, que se aplica en las Escrituras para separación del pecado. Pero el significado va más allá de la separación del pecado, pues en el antiguo testamento la palabra santo (del Hebreo qadhosh) suele referirse a Dios (Ej. Sal. 99:2-3 y Is. 6:3).(1) y tiene un significado profundo, pues la palabra santo, aplicada a Dios significa “lo apartado” o “lo otro”,(2) que refleja la majestad de Dios.


Por eso, cuando decimos que Dios es santo, también estamos llamando la atención a la profunda diferencia que existe entre Dios y nosotros. Se refiere a la majestad trascendente de Dios y a Su superioridad en virtud. Dios es el único digno de todo nuestro honor y de nuestra reverencia, adoración y alabanza, pues se exalta en majestad sobre toda la creación, el Salmo 99:2-3 dice: “Jehová en Sion es grande, y exaltado sobre todos los pueblos. Alaben Tú nombre grande y temible, Él es santo”. [3]


Con respecto al segundo significado, se refiere a las acciones puras y justas de Dios, que refleja la justicia de Dios. (3) Es decir, todo lo que Dios hace es justo y bueno, pues así como señala Pablo Hoff, “Dios es moralmente puro en carácter y hechos, justo y no contaminado con deseos malos, motivos indignos, pensamientos impuros, palabras engañadoras o actos maliciosos”.[1]


Dios es un ser santo, por lo tanto detesta la iniquidad y ama la verdad y la justicia. El pecador no regenerado no puede estar delante de Su presencia pues sería consumido en un instante. Dios no puede amar el pecado pues todo su ser es santo, es por esa razón que podemos decir que Dios aborrece el pecado, y también al pecador, Su ira está sobre él, como dice Romanos 1:18 “Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad”.


También, quizás en más de alguna ocasión hemos escuchado a alguna persona decir que Dios actuó injustamente en una situación en particular, para nuestra mente un suceso nos puede parecer tan terrible e impactante que no es imposible ver algún tipo de bondad divina en ello. Pero Dios nunca actúa injustamente, todas sus acciones son buenas. Como señala Sproul: “Dios siempre hace lo que está bien. Nunca hace algo que esté mal. Dios siempre actúa de manera justa porque su naturaleza es santa”. [3]


Otro aspecto importante de comprender sobre la santidad de Dios, es que el carácter santo de Dios establece la norma perfecta para nuestro carácter moral, y esa es la razón por lo cual se nos llama a ser santos, en Levítico 19:2 dice: “Santos seréis, porque santo soy yo, Jehová vuestro Dios”, Jesús también nos exhorta: “Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto” (Mt. 6:48), y en Hebreos 12:14 se nos dice que procuremos la paz con todos, “y la santidad sin la cual nadie verá al Señor”.


Cuando la Biblia nos llama a ser santos, no se refiere a que compartamos la misma esencia en majestad de Dios, sino que nos apartemos del pecado que reside en nuestro interior, que guardemos


nuestros corazones del mal. Claramente es imposible con nuestras propias fuerzas, pues es el Espíritu Santo es quien nos regenera y trabaja por nuestra santificación. Pero no quiere decir que debemos esperar de brazos cruzados, pues el Espíritu Santo también nos lleva a actuar en pos de nuestra santificación.


En resumen, la santidad tiene dos significados que reflejan aspectos maravillosos de Dios, el primer significado es “lo otro” o “lo apartado” que expresa la majestad de Dios, lo alto y sublime que es, pues Dios se exalta sobre toda la creación. El segundo significado es relación a las acciones puras y justas de Dios, que expresa la justicia santa de Dios. Nosotros como cristianos hemos sido llamados ser santos, es decir, hemos sido llamados a reflejar el carácter justo y puro de Dios, apartándonos de toda iniquidad y guardando nuestro corazón del pecado y de las tentaciones.

 
[1] Pablo Hoff – Teología Evangélica. Tomo I y II. [2] R.C. Sproul – Todos somos teólogos. [3] R.C. Sproul – Las grandes doctrinas de la Biblia.
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