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El sufrimiento del justo

Tópico: ¿Cómo debe responder el justo al sufrimiento de acuerdo con el libro de Job? Sin duda alguna, si los seres humanos tuviéramos la capacidad de eliminar algunas cosas de la vida, probablemente muchos optaríamos por eliminar el sufrimiento. No cabe duda que sufrir, más allá de la causa por la que se sufra, es algo incómodo y casi siempre algo que causa dolor en nosotros (“¿Por qué no morí yo en la matriz, O expiré al salir del vientre?” Job 3.11) Sin embargo, Dios en su soberanía, ha permitido que el sufrimiento sea parte importante de la vida de la humanidad (Job 5.18), el libro de Job nos muestra justamente a Dios actuando de manera soberana en la creación, en un plano; y en otro plano, terreno, vemos las contradicciones de lo que para nosotros es justo o injusto, lo que es merecido y lo que no es merecido y como esto, por bueno que nos parezca, no se da en todos los casos.


Teniendo claro este punto, que Dios ha permitido que el ser humano sufra, nos toca entonces reflexionar sobre la respuesta que el hombre debe dar a esa acción soberana de Dios, una cosa es necesaria tenerla en mente: Nosotros, los hijos de Dios, estamos llamados a retribuirle honor a Dios, en cualquier circunstancia que nos toque enfrentar (1 Corintios 10.31).


Tomados, obviamente del libro de Job, vamos a ver primero dos respuestas al sufrimiento que no son las más adecuadas, siguiendo la línea de retribuir gloria al Señor con nuestra acción. En primer lugar, no se debe tomar el sufrimiento como una consecuencia obvia del pecado (“… Conocerías entonces que Dios te ha castigado menos de lo que tu iniquidad merece” Job 11.6), puede ser que en algunas ocasiones el sufrimiento venga por esa causa, pero no siempre es así, y mucho más, nosotros no sabemos la voluntad de Dios al permitir el sufrimiento. Cuando alguien adopta esa idea, pierde todo sentido de esperanza en el sufrimiento, pues se condena a sí mismo (sin saber si esa es la voluntad del Señor) y se resigna, sin darse chance para alguna escapatoria o consuelo, y, en consecuencia, Dios no es honrado en ese proceso doloroso.


En segundo lugar, hay muchos que en el proceso del sufrimiento exigen a Dios una justificación, como diciendo: “El Señor tiene que explicarme porque estoy pasando por esto, pues yo soy hombre íntegro y no merezco esto, exijo una explicación” (Job 23.1-4) Esta respuesta al sufrimiento puede ser tan o más torpe que la respuesta anterior. El Salmo 8 muestra, en un sentido, la insignificancia del hombre comparado con Dios, cabe entonces hacernos la pregunta ¿Quiénes somos nosotros para exigir a Dios, que él nos explique porque nos toca enfrentar situaciones de dolor y sufrimiento? Ciertamente que responder de esta manera al sufrimiento no glorifica al Creador, ni mucho menos consuela en lo más mínimo al que sufre, sino que, por el contrario, será una trampa para sí mismo, ya que entrará en un abismo de interrogantes sin respuestas, pues bien sabemos nosotros, que Dios es sabio y bueno, y que no le debe explicaciones a nadie sobre lo que soberanamente él permite o determina (Daniel 4.35).


Para concluir esta parte, tampoco es suficiente quedarse con la resignación del veredicto de Dios, pues en buena parte, esto no satisface la necesidad del corazón humano que está sufriendo. Es una buena respuesta, comparada con las anteriores, pero no es la más excelente. Resignarse a aceptar el sufrimiento puede conducir a que los hombres que adopten esta respuesta tengan una idea distorsionada del Creador, ya que no quedarán satisfechos en lo más íntimo de su ser, y, en consecuencia, es probable que Dios no sea honrado en sus corazones.


Una respuesta acertada al sufrimiento (puede que alguno ofrezca otra alternativa) es lo que Dios quiso darle a entender a Job al responderle desde los capítulos 38 al 41. Si pudiéramos resumir lo que Dios revela a Job en estos capítulos son básicamente dos cosas: Por un lado, Dios muestra su perfecta sabiduría, y, por otro lado, el Señor revela su gran poder. Quiero decir que, si bien Dios responde a Job, no justifica su accionar, no le da explicaciones, por el contrario, lo que el Señor hace es mostrarle a Job quien es Él, por lo tanto, la respuesta al sufrimiento está íntimamente conectada con la fe en Dios, el Señor es sabio y todopoderoso y eso es lo que Dios quiere que nosotros sepamos cuando estemos en un proceso doloroso. Cuando descansamos en el poder y en la sabiduría de Dios, vemos el sufrimiento desde otra óptica, pues estamos seguros que Dios está por sobre ese proceso, y él es bueno y sabio, no necesitamos saber más (Job 42.2-6).


El libro de Job muestra, desde una mirada terrenal, las injusticias de la vida, sin embargo, no deja al hombre a su suerte y desesperanza, ofrece una respuesta gloriosa a ese sufrimiento, a través de un llamado a la confianza y dependencia total en Cristo, nuestro Señor.

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