"Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura" - Marcos 16:15
Hemos visto en los temas anteriores, como es necesario que cada persona conozca, primero a Cristo, y luego a la Iglesia de Cristo. ¿Qué viene después? Para completar el ciclo de incorporación de un nuevo creyente a la Iglesia de Cristo, éste debe ahora involucrarse con el trabajo de la Iglesia.
La iglesia primitiva fue fiel en la propagación del evangelio. El libro de los Hechos nos cuenta que “los que fueron esparcidos iban por todas partes anunciando el evangelio” (Hechos 8:4) El rol evangelizador de una Iglesia, está claramente asignado en “La gran comisión” entregada por Jesucristo. Nunca haremos evangelismo si primero no estamos capacitados para hacerlo.
Es aquí donde las iglesias deben definir sus prioridades. ¿Cuántas cosas debe hacer una Iglesia? La respuesta es varias. La iglesia, enseña, ayuda, predica, asiste, aconseja, ora, alaba a Dios, adora, visita, da de comer, etc. ¿cuál de todas las anteriores es prioritaria? El Nuevo Testamento claramente define el evangelismo, como la gran tarea de la iglesia. Una iglesia que no evangeliza, generalmente no crece.
Volviendo al libro de los Hechos, nos encontramos con una preciosa promesa de Cristo: “pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra”. (Hechos 1:8)
La Iglesia, en sus primeros 3 siglos de trabajo evangelístico, y a pesar de las grandes persecuciones que costaron la vida de muchos de sus miembros, hacia el año 323 d. C. había alcanzado a todo el Imperio Romano. El Imperio había sido invadido por el poder del Evangelio, llegando incluso hasta el mismo emperador, Constantino.
Hoy se ha perdido esa visión evangelizadora de la Iglesia, y sobre todo de los pentecostales. Se estima que un 95% de los miembros de una Iglesia, jamás han guiado a otra persona a Cristo. Algunos dicen que es difícil que alguien comparta algo que no tiene o no comprende. Si queremos hablar de Cristo y su Evangelio, primero debemos tener a Cristo en nuestro corazón.
Un buen ejemplo a seguir es el de Andrés, el apóstol de Jesús. De él se sabe y se escribe poco en la Biblia. Solo aparece mencionado 3 veces, pero cada vez que aparece, está llevando a alguien a Jesús.
En Juan 1:40-42 Aparece llevando a su hermano Pedro. Luego en Juan 6:8-9 aparece llevando al niño que tenía los 5 panes y los 2 peces, y por último en Juan 12:20-22 aparece llevando a unos griegos a Jesús.
Al hablar de Evangelismo tenemos que obligatoriamente definirlo. Primero diremos lo que no es y luego lo que es: Evangelismo no es una mera recitación de textos bíblicos, sino “compartir una fe” que primero debe poseerse.
Evangelismo viene de Evangelio, que significa “buena noticia”. Por lo tanto evangelismo quiere decir “compartir la fe”, o “compartir la buena noticia”. Un teólogo lo define así: “Todo lo que está involucrado en traer a hombres y mujeres que no tengan una relación personal con Jesucristo, a la comunión con él, y a una membresía en la Iglesia local responsable y reproductiva.
Hay que recordar que Cristo comenzó su ministerio llamando a los 12 apóstoles. ¿Con qué fin? Marcos 3:14 da la respuesta: “Y estableció a doce, para que estuviesen con él, y para enviarlos a predicar”. Al terminar su ministerio les hace el llamado a “Ser testigos” (Hechos 1:8) para lo cual los capacitaría enviándole su “poder”. Esto implica que Dios deja al cristiano en el mundo, para que comparta el Evangelio con aquellos que no lo conocen.
Pablo fue más al hueso aún, declarando la responsabilidad de difundir el evangelio: El escribe y dice: “¿Cómo, pues, invocaran a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique? La Iglesia demanda deberes y responsabilidades, uno de ellos y muy importante, y tal vez el más importante es “predicar el evangelio”.
¿A quiénes se les debe predicar? La Biblia dice “a todo el mundo”. Hoy las iglesias hacen reuniones evangelisticas donde hay muy pocos inconversos. El evangelismo de niños, de adolescentes y de jóvenes reclama nuestra urgente atención. Hoy por hoy, el 60% de la población mundial está constituida por la juventud.
Las luces rojas se están encendiendo peligrosamente en nuestras iglesias. El 75% de los niños criados en ella, se van en su juventud.
¿Hasta cuando perderemos a nuestros niños y jóvenes? ¿Qué debemos hacer para que esto no siga ocurriendo?
En primer lugar debemos afianzar con fuerza el “evangelio de salvación”. Los niños y jóvenes deben conocer a Jesucristo. Debemos crear un fundamento sólido en la fe de nuestros hermanos más pequeños. Guiarles al conocimiento de Jesús, y permitir su desarrollo cristiano, el que debe incluir la pasión por evangelizar. Debemos además, crearles espacios de influencias cristianas. Desarrollar actividades recreativas como espirituales. En resumen acompañarles en los años difíciles de su fe, llegando con temas bíblicos, tanto al corazón como a la razón. El joven de hoy es más racional y demanda una preparación de sus líderes. La mejor preparación es la Palabra de Dios.
Por último no debemos olvidar que la mejor definición de EVANGELIO en la Biblia la da el apóstol Pablo, cuando dice: “Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree, al judío primeramente, y también al griego”. (Romanos 1:17)
Dios tiene poder para salvar al pecador. La iglesia de Cristo debe hacer esta importante función. Sino lo hacemos nosotros ¿entonces quién? Millares nos esperan sin fe y sin esperanza. Aprovechemos las secuelas del Terremoto. Si bien han traído angustia, miedo y dolor, también Dios nos da la oportunidad de llevar “consuelo y esperanza”. Para eso, debemos cumplir con la gran comisión.
Mateo 28:19 la menciona de la siguiente manera: “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo”. Dios nos ayude a cumplir tan importante tarea.
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