El Corazón de Cristo
A lo largo de las Escrituras se nos revelan cosas maravillosas sobre Cristo, el hijo de Dios. En nuestras Iglesias hemos aprendido cómo a través del sacrificio perfecto de nuestro Señor nosotros fuimos reconciliados y justificados, fuimos liberados de la culpa del pecado y fue cancelada la deuda que teníamos.
También conocemos los grandes milagros que realizó estando en la tierra, sabemos que Cristo es la encarnación de la gracia de Dios, que se hizo hombre para poder vivir la vida que nosotros no podíamos vivir y cargar sobre Él nuestro pecado.
Pero poco conocemos sobre el corazón de Cristo. ¿Qué es lo que había en Su interior que lo llevó a soportar el peso del pecado de la humanidad? Recordamos Su nacimiento, Su ministerio y a Sus discípulos, nos dice Dane Ortlund, pero ¿Qué sabemos del corazón de Cristo? (1) Esto es lo que veremos en este artículo. Sin embargo, antes de conocer el corazón de Cristo, conoceremos nuestro propio corazón, por que eso nos dará una mayor comprensión de lo que merecíamos en comparación a lo que hemos recibido a través de Jesús.
A luz de las escrituras nosotros sabemos que nuestro corazón es engañoso y perverso, más que todas las cosas (Jer. 17:9). También conocemos que es del corazón que nacen los malos pensamientos, las perversidades, las mentiras y todo lo malo (Mt. 15:19). Proverbios 6:18 nos dice que el corazón trama planes perversos. A través de esto podemos conocer que todo acto de pecado primero nace en el corazón y en el pensamiento, después el acto en sí.
El gran problema que a la luz de la justicia divina, debido a este corazón que está lleno de pecado nosotros solo merecemos la condenación, a la luz de la ley nosotros merecíamos la muerte, sí, eso es lo que merecíamos, pero eso no fue lo que hemos recibido, ¿Por qué? Porque Dios es rico y grande en misericordia, y eso es lo que se ve reflejado en el corazón de Cristo cuando estuvo en esta tierra.
Nuestro pecado debía evocar el juicio de Dios, más aún cuando Cristo conocía todos los corazones, pero lejos de evocar la justicia, evocó la compasión y la misericordia. Esa compasión y misericordia la vemos a lo largo de todos los evangelios. Mateo 9:36 (NBLA) nos dice “Y viendo las multitudes, tuvo compasión de ellas, porque estaban angustiadas y abatidas como ovejas que no tienen pastor.”
Dane Ortlund nos dice que: Cuando el leproso dice: “Señor, si quieres, puedes limpiarme” Jesús extiende su mano, lo toca y dice: “Quiero, sé limpio” (Mt. 8:2-3) Cristo expresó el deseo profundo de su corazón de sanar. Cuando algunos hombres llevaron a su amigo paralítico a Jesús, antes que pudieran abrir sus bocas para pedir ayuda, Jesús no pudo contenerse y las palabras de consuelo y ánimo brotaron de Él: “Ten ánimo, hijo; tus pecados te son perdonados” (Mt.9:2). (1)
Así es nuestro Señor. El corazón de Cristo no es un corazón que juzga, es un corazón que recibe, “No te hecho fuera”(Jn. 6:37) dice Cristo con dulce voz. No es un corazón que condena impulsivamente nuestro pecado cuando nos acercamos a él afligidos, es un corazón que nos dice una y otra vez: “tus pecados te son perdonados”.
Cuando se trataba de pecadores religiosos, era severamente estricto, pero cuando se trataba de pecadores sinceros, la compasión nacía de lo profundo del corazón de Cristo. Cuando se trata de la justicia, Dios es lento para la ira (Nm. 14:18), cuando se trata de manifestar su misericordia, lo hace con gozo, pues Dios es abundante en misericordia, nunca se agota, Él siempre nos espera con los brazos abiertos. El corazón de Cristo es paciente para con nosotros.
Dane Ortlund nos dice que los cuatro relatos que se nos dan en Mateo, Marcos, Lucas y Juan abarcan en total 89 capítulos, y solo hay un lugar donde Jesús mismo nos habla de Su corazón. (1) Este se encuentra en Mateo 11:29 donde Jesús dice sobre sí mismo que es “Manso y humilde de corazón”.
Manso quiere decir humilde y sereno. Sobre estas características Dane Ortlund dice que: “Jesús no reacciona con violencia a la primera provocación, no se irrita con facilidad, es la persona más comprensiva del Universo, lo más natural para Él no es señalar con el dedo, sino mantener los brazos abiertos en señal de bienvenida” (1)
Con respecto al significado de la palabra humilde, está relacionada con la de manso, esta busca transmitir la humildad de Cristo. Él es grande en majestad, es el reflejo de la Gloria de Dios, se exalta sobre toda la creación. Más Él siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz (Fl. 2:6-8).
Eso busca transmitir la humildad de Cristo, que a pesar que Él es majestuoso, no está fuera de nuestro alcance. Cristo es accesible, con toda su gloria resplandeciente y Su santidad deslumbrante, nadie ha sido más accesible como Jesucristo. (1) No necesitamos cumplir una lista de requisitos, ni hay que superar miles de obstáculos para ir hacia Él, solo debemos ir a Él. Dane Ortlund dice que: “el único obstáculo que impide que seas recibido en Sus brazos es que no vayas hacia Él”. (1)
Y así es el corazón de Cristo querido hermano y hermana, es por Su compasión, Su paciencia, Su misericordia, Su mansedumbre y Su humildad que fue a la Cruz para cargar tus pecados. Fue por esa razón que derramó Su sangre, para esperarte con los brazos abiertos, para que pudieras tener una relación personal con Él sin ningún tipo de obstáculo y pudieras ir hacia Él confiadamente.
Vino hasta esta tierra para ser perdonado y amado, valoremos este precioso regalo que ha sido manifestado a nosotros solo por la Gracia de Dios. Solo a Él sea la gloria.
[1] Dane Ortlund. Manso y Humilde, el corazón de Cristo para los pecadores y heridos. Editorial B&H.